[29-06-2016 - Medellín]
A veces la inspiración llega o no. Pero en algunas ocasiones, esta aparece como una suave brisa en pleno día caluroso que pasa rápidamente por todo el cuerpo, pero no resulta siendo lo esperado ante el exasperante clima. Así es la inspiración que surge en este escrito.
Plebiscito el domingo. Todo se reduce a dos palabras en el papel. Todo depende de la relación de cada uno con esas dos palabras de dos letras que con una escalofriante simpleza determinan lo trabajado en más o menos cuatro años y plasmado en 297 páginas. No soy de los que cree que con refrendar un acuerdo llegará la Paz. Para que esta la podamos nombrar, falta mucho. Demasiado.
He estado contemplando la inercia humana, de nuevo, bajo otro marco. La incapacidad médica temporal con la que he sido beneficiado (!) permite reflexiones y soliloquios mentales en los que todo análisis, en mi caso, se enfoca en darle sentido a eso de la productividad. ¡Soy una triste y fastidiosa víctima del neo-liberalismo! Pero cada vez me doy cuenta que no me instalo tanto en la queja, así todas estas líneas sean sus brochazos. Tengo un empleo, título de posgrado (acá una especialización lo es) y adecuadas habilidades sociales. Soy alguien del común. No soy como usted, pero somos parecidos. Casi parecemos tuercas, ¿no?
Todo puede estar conectado. Es una posibilidad, pero soy muy perezoso en eso de ponerme a verificar lo meticuloso que puede ser dicho descubrimiento. Soy más amigo de una metodología donde cierta asociación libre puede desentrañar las extrañas conexiones que pueden haber entre todo lo que me circunda. Lo curioso es que lo que me rodea (en el sentido más amplio posible), es en parte un punto de conexión con las demás personas. Que todos coincidamos en las mismas concatenaciones no es necesario, pero es bien posible que las cosas sobre las que pensamos sean las mismas. Cómo percibimos las cosas y cómo nos relacionamos con ellas es otro asunto. Lo interesante es que si usted va conmigo hasta acá, es porque nos interesa pensar sobre algunas vainas, eso sí: ruego porque hayan discrepancias en la forma de abordar las cosas en común pensadas.
Reconciliación. ¿Han pensado en eso? Muchos a favor de la Paz, pero con conflictos interpersonales sin muertos o vulneraciones a los derechos de cada parte involucrada, y así nos llenamos la boca con eso del “acuerdo final”, entendiendo que mucho de lo que se juega allí es precisamente qué tanto somos capaces de reconciliarnos con un grupo grande de personas que por X o Y motivo, se alzaron en armas e hicieron daños irreparables en cuanto que una vida no se puede devolver. Si las élites de este país y por encima de todo, la mayoría de las víctimas están construyendo el camino de reconciliación (aparentemente), ¿por qué nos cuestan tanto los problemas, rencillas y rencores que tenemos, por ejemplo, con amigos del pasado que cierta cagada hicieron?
[Esto es lo que alcanzaba a pensar a causa de un dedo herido por darle una patada al suelo en vez de al balón. Al otro día volvería a mis labores de aquél entonces, lo que suponía que mi mente daría paso a otro tema que a posteriori sería conectado y tendrá probablemente alguna relación con todo. Ya expliqué mi suerte de metodología para dar cuenta de las conexiones entre todo lo que adorna mi transito por este pálido punto azul].
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