miércoles, 3 de noviembre de 2021

Sobre ese tipo de 10

Ese número par que inicia eso de los dobles dígitos. No sé, una güevonada queriendo dársela de curiosidad. 

Es querer verle el afán a la gente. Ya sea el afán del que se opone al andar propio o de quien lo acompaña a uno. El afán del rival por quitar el balón, por cubrir la zona. Pero el afán propio de mostrar que el anticipo es, por esencia, falible, engañable y por ello, se le saca ventaja. El afán de los propios por seguirle la idea, por encontrar un vacío, por proponerlo y así, aprovecharlo. 

Este tipo de jugadores son llamativos. No corren, no son veloces, aunque están en la forma necesaria para competir a alto nivel. Esto a nivel físico. Lo mental es superlativo. Es evidente. La lectura no es solo eso de leer libros. Hay otras formas de lectura, especialmente evidentes en el campo deportivo. Pero en otros campos, también. ¿Por qué necesitaría de una tabla con datos y cuantificaciones para lo que estoy hablando? Quizá por eso es el fenómeno de fenómenos esto del fútbol. 

Quieren ver el afán de los demás. Lo ven por fuera del campo. En sus declaraciones sobre el tema. Saber jugar a la pelota, con la pelota. Vos saber qué hacer con la que tenés, en la que te metiste, en la que estás con otros. Saber con la pelota en los pies y con los pies. Saber de cómo ponerla a rodar. De "hacérsela ver" al otro. Los niños dicen mucho "¿me deja ver?", cuando ven algo que otra persona tiene y les interesa. No entienden que ver y tener/tocar no es lo mismo. Cuando uno les sostiene la cosa que despertó su interés, sin entregársela, se ríen y piden que se la preste. Dependiendo de la cosa y de la situación, uno decide si sí o si no. Cuando uno no se las da, todo tipo de reacciones se dejan ver. Algo análogo sucede con ese tipo de "dieces". 

Obvio esos tipos de jugadores no son del todo infálibles. Que la cagan, la cagan. Y como diría Riquelme (quizá el último gran 10 sudaca), se enojan y han de enojarse. Es solo un balón para 22 tipos o tipas. Ojo, es y siempre será un juego. Pa jugar no debería haber afán... eso sí, dependiendo del contexto en el que se desarrolla el juego. Pero ya ahí no sería afán, sino otra cosa más del lado de reacción típica o esperada a las condiciones del juego. 

¡Para qué afanes! Con saber bien lo que se hace, basta. El mundo claro que va cambiar, es la Ley. Pero del afán solo queda el cansancio, dice el adagio. Uno ha de ver la salida y con quien se ayuda pa lograrla. La confianza ahí es fundamental: confiar en las capacidades del otro, conocerlas y que ese proceso sea bilateral. Así de sencillo y si quiere, vuelva a leerla. 


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